Obscura mujer mutante,
con alas rojo-amarillo-azules,
La profundidad de tu noche
es infinita.
Abriste tu corazón,
[Si es que había
en esa rosa marchita
que era tu cuerpo],
y escaparon como un silbido
esas muchas voces
que había adentro.
Te encerraste en
los laberintos del lenguaje,
Jugaste con descaro
y sin vergüenza
con las palabras.
Grabaste mensajes
en lilas
que iban deshojándose.
Textos mágicos
que hoy vuelan
hasta mis ojos
Y se instalan en los versos
[quién hiba a decir que te convertirías en musa?]
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